Entradas

Mostrando entradas de julio 14, 2009

Una, dos, tres, cuatro…

-Un tiempo, antes del big crounch- Después de todo te voy a humanizar, eso querías finalmente, que cambiara mi efímera personalidad para que mis efímeros ojos te vieran como persona, y no como el objeto de tiempo invertido. Pobre, no imaginabas el cambio de esta exabrupta manera; en donde puedo verte leer esta carta cada vez más mojada, cómodamente pasando los ojos inundados una, dos, tres, cuatro… infinitas veces te lo dijeron, todos te lo dijeron, pero tus oídos cerrados de capricho no lo quisieron creer, incluso yo te advertí bien lo sabes, mujer hermosa, de palabras tragadas y después regresadas una, dos, tres, cuatro… ¿Por que no les hiciste caso a esas voces que creías negras, y resultaron tan blancas como los sentimientos que hiedes? Espero cambies, sino te dañaras hasta estar como esas palabras semidigeridas, ya gastadas como yo. Me fuiste y nos fuimos soportando una, dos, tres, cuatro… Horriblemente sé que no cambiaras, ya el pasado lo ha demostrado, ¿y sabes? no digo

Yerrómnipresente

--> “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.” Augusto Monterroso Te verás en el espejo, observarás el roce del tiempo en tu piel, meditarás el nuevo color de tu cabello, y te detendrás a contemplar los ojos grises de aquella persona que se mira en el espejo, que a su vez contempla los ojos de otro sujeto parado frente a él; entrará la imagen de un joven humeando poéticamente, interrumpida por un anciano retractado. Recordarás tus pupilas infantiles, con las que veías a tu madre guisar en esa cocina de tu infancia; imaginarás oníricamente  verte caminar entre calles nocturnas, viendo pasar en el empedrado, piedra tras piedra, sin importar ninguna. Experimentarás un recuerdo de energía, la misma que te recorría del cerebro de joven, la esperanza perdida implorando movimiento.  Veías atónito tus tenis de agujetas sueltas, todavía agitado por el violento despertar de ese habitual sueño de horror, rápidamente te dabas cuenta que era ficción, otra i

Yo y mi única amiga

¿Qué sentido tiene la vida? Le pregunté, ninguno pequeño, ninguno, contestó. Mis oídos esperaban más respuestas pero el silencio pesaba tanto que las respuestas perdían sentido; mis ojos la seguían temblorosos por cada parte del cuarto; intenté preguntar más, pero mis labios no profirieron sonido alguno, mis pensamientos ofuscados se iban muriendo; ella acarició mi cara tiernamente, pudo observar mis venas llorosas hasta el paroxismo con su mirada fría e inerte, ¿Por qué estoy aquí, si siempre estoy sufriendo en ideas tan arcaicas y gastadas de ser pensadas? ¿Acaso puedo ser algo? ¿Acaso todos los discursos pueden trascender? Le pregunte retándola con rabia, no contesto e insistí una vez más y otra vez; tus dudas no nos llevarán a nada, al igual que a nadie ¿para qué? dime ¿De qué le sirvió a tus más grandes pensadores cuestionarse? Vive, es lo único que se te ha dado, y sino, ahí está la puerta abierta que se te acerca poco a poco, ¡Vive! aunque sea vivir por vivir, siente el dolor y