Mi índice y tu sombra.

Estoy harto, no puedo tocar y tu recuerdo no tiene forma de escape en esta cabeza; pinche dedo maldito, índice de mis desfortunios ¿cómo qué de la nada dejas de funcionar sin advertencia alguna? Y tú mujer, deja de atormentarme con tu sombra en mi mente, que tu vaivén incesante no sosiega esta casa vacía; tal vez no eres tú, pero puede ser el eco que ha dejado la riña entre dos locos siga retumbando, una liga de púas que nos juntaba retozando con la eternidad. Sin más explicación que un ademán, sin más demostración que un gesto de nostalgia viendo al cielo, recordando sonrisas, recordando tu cuerpo desnudo yuxtapuesto con el mío. Hasta la cura contra el insomnio tiene un fin, y es el desenlace de Candy que endulza mi vida y me lanza al vacío.

Evitando el silencio como protectorado de esta fuga, compañía tan amarga como mi sombra, oídos de mis pensamientos que aprovechan la reverberación para reflexionar, haciendo añicos el exilio olvidado, como quién mata una ausencia.

¡PUUUUM!

Destroza la tinta de la computadora estructuras evasivas de la memoria para poner tu nombre en grande, magnificando con mi dedo índice la ausencia del soundtrack que tenía que nacer este momento.

Hacer tarea, tocar, dormir, cagar, comer, fumar, escribir y pensarte. A a cagar leyendo, escribir fumando, tocar bebiendo y arrullar con cantos las bombas que traigo dentro.

Disciplina y perseverancia dictan los doctores de la historia, sin darnos vitaminas suficientes para enfrentarnos al mundo. Mirarte y abrazarte como el recuerdo idílico de una vida en vínculos, de haber aprendido de tus ojos la pupila con la que relatas tu universo. Cuándo creces, pesa ese chaleco teñido con años, el chaleco que equilibra tus pinturas con la armonía de actos, la responsabilidad justa entre el derecho de ser-estar y el traspasar el sin ser-estando, al hacer historia y darle madrazos recios a una memoria colectiva diseñada, al copy paste del individualismo absurdo; jugando solos en el mundo,televisores enormes que practican cirugías extirpando las glándulas cerebrales esenciales para el proceso de reflexión, y no nos damos cuenta, no nos damos cuenta que sólo hemos sido victimas de una maldición dominante.

Acháquenle mis textos a mi extremo indicador, al no tener nada que hacer y no querer hacer la tarea, sino a escribir improvisando y plasmar lo que va dibujando mi mente con letras, conjugando los problemas cotidianos, dónde tú estás inmersa y no pienso mentir ni ser mártir de este cuento de vivir mientras se está vivo, deja de encontrar mi mente en estos pensamientos, y dejaré de buscarte en cada palabra, en cada pensamiento.

Tú, consejera tácita de mis cantos, taciturna aliada de mi entendimiento, te suspiro a cotidianos momentos, alebrestando la incertidumbre del dónde estás, y si estás bien. Pasarán los días y se acercarán las noticias, a ver si aterrizamos este vuelo, a ver si llegamos.


Adelantar hasta el 2:50

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Será así?

Hoy me mojé.

Suspiran